SEPTETO VERBAL

Ayer posteé sobre mi adorado vicio: el cigarrillo, y hoy sobre otro de mis grandes placeres: “los restaurantes”, salir a cenar fuera, más que comida de mediodía, porque ésta evoca rapidez, inmediatez, cheques gourmets y siesta... Pero por la noche se ilumina la luna y todo lo que refleja es gruyère, mi bolsillo se vacía con sonrisa siempre por tan magna causa, incluso la VISA sin que pueda evitarlo, les gusta a ellos más que a mí... lo hago siempre que puedo y cuando no, también... y es que no es sólo el hecho de conocer sitios nuevos y delicias gastronómicas y enólogas sublimes, es compartir luces tenues, cartas sorprendentes, servicios diferentes (no me refiero a los WCs) y lugares en los que sabes que repetirás que te tratarán como a una reinona (todos necesitamos nuestro lameculos especial), y nunca sabes, y ahí está el prodigio, sí otro podrá entrar en esa categoría , un top ten reinventado. La cena no puede beberse con el sacrilegio de una coca-cola (o sí ¿che? 2 ), tiene que ir servida con un buen caldo, un vino tinto que se deshaga en atenciones ante el manjar de los dioses y que se deshaga de placer mientras roza tus labios con la tranquilidad de una unión que durará eternamente entre ellos, por supuesto, y tú como nexo de unión.

No soy crítica gastronómica ni sumiller, ¿será mi vocación nunca encontrada?

“Comer, beber y amar” preciosa película que conjuga siendo infinitivos la delicia de la existencia, y, es un “cinear”, mi otro grandioso placer. Creo que he visto todas las películas sobre este género que han llegado a mis papilas gustativas visuales, y no he encontrado ningún manual que alimente mi sed por él.

Añado: “fumar, leer y follar” y consigo el septeto verbal perfecto de una vida feliz.