48 horas party y la palangana

A quién no le gustan las fiestas.
Yo conocí a alguien a quien no. Pobre desgraciado.
Viernes Fiesta, sin ser Ford ni blanco, cogí a las 7 de la mañana el clavel en mi pecho y me lancé con una maleta del mismo color a sudar con ansia festiva antes de hacerme los 600 kilómetros que me separaban de ella y con malditas cuentas atrás para que llegase tan anhelado momento. Todo transcurrió según lo previsto.
Porque soy super previsora.

¡MENTIRA!

Vale, QUE NO. Tenía a mi Che en el vagón número 3, tiene clarividencia para percibirme. Dos botellas de vino, un trozo de parmesano (no puedo viajar sin queso) y un beso abrazo que me puso a mil como a olé olé y la sosa de Vicky Larraz.
La cena con Villaescusa transcurrió conmigo y una lucha con entrecots pobretones, mi bienamado Miguel era tal y como me esperaba, lo mejor fue descubrir que en realidad había sido el chófer de mi segunda visita enamorada a la ciudad condal, aquel entrañable viejecito con boina era un emisario pagado con el sudor de la frente del Che. Tras las risas del reencuentro llegó el momento FIESTAAAAAAAA.
Las converse lilas hablaban en lituano mientras esperaban caras conocidas de un guay colado en una fiesta de mecano (qué poco me gusta ese grupo, joder). Cocina y palanganas, palanganas y cerveza, cerveza y mirada a Che, Che y la cámara, Chechu y su amor francés (que viene para acá, bueno para allá, seguro), Cho más borracho que yo hablando como siempre, en argentino, la alcarria hablando de momentos gallegos, de nuevo la palangana, me pregunto por qué en todas las fiestas hay un elemento que adquiere protagonismo sin esperarlo, menos mal que ésta era azul. Momentos republicanos, defendidos y denostados por Isaac, sí me defraudaste antes de conocerte y mira que eres majete todo verde y pequeño y gracioso, sólo eso, pero me encanta. Noche en la que lo francés nos quedó por debajo del hombro por una vez, ellos miraban por encima pero se quedaron a ras de un suelo blanco inmaculado sin gota de fiesta. Cocina, cocina, risas, cocina, risas, y crítica, porque sin crítica no hay fiesta que se precie, y lo mejor es que la crítica aparece de gente que no está y que nunca estará porque sabemos que nunca llevará una yamamoto. Quiero y no puedo, eso no sirve guapa, hay que ser como se vende una, no más pero sí mucho menos. Estamos de acuerdo o no, y creo que Max, Mari y Alex comparten esta opinión.

Bien, son las 5 de la mañana, yo me quedo a dormir aquí. Me dejas un hueco Che. Sí.

Ibuprofeno y fin de semana más que más que más que genial narrarlo me llevaría una eternidad, me quedo con la fiesta, después Berto, Cheese, la Pequeña, los paseos de dos horas, el amor, los chorizos, los orgasmos, los bajones, los abrazos, los videos porno, los regalitos inesperados y llenos de saltidos de alegría, la espera, qué larga espera verdad mi Che, hasta las 20 horas del domingo... mereció la pena.

Gracias por las cositas lindas(Ada,Voda y Bolsito).

¿se puede ser más feliz?

¿ a quién no le gustan las fiestas?