Frío polar zurdo

Nunca he celebrado San Valentín, sí, soy de las que vilipendian este tipo de festejos, pero, atención me acuerdo que cuando era pequeña siempre soñé con que un compañero de clase me dejase una postalita en la cajonera declarándome su amor por sorpresa, aunque no me gustase , nunca sucedió... y tengo que reconocer que el ramito de margaritas de ayer, martes y 13, y la cenita con velas, no por romanticismo, sino porque me han cortado la luz, el gas no funciona, me tengo que duchar con agua fría y no hay calefacción de esta noche con dos copas preciosas preciosísimas, las más bonitas que he visto en mi vida, y una tablita de eso que ya sabéis que me encanta, será perfecto.

Estoy viviendo en el siglo XIX sin haberlo buscado, y la verdad es que me gusta. Pero sólo por unos días, el no tener las comodidades a las que estamos acostumbrados puede ser divertido, pero que cambie pronto, porque el sentirte tan bohemio puede convertirse en un revés digno de mi sosías Nadal.

La casa está, cómo está es otra historia, y otro siglo y aún no he descubierto la máquina del tiempo, aunque creo que la madre de Berto sí.

Jugaré un mes más. Ni un día más. Me duele la cabeza con el agua fría. Ni Dickens, ni Galdós, ni Maupassant, ni Larra ni Zola ni Victor aguantarían, o no se lavarían...

Menos mal que soy una perra polar.