TORMENTA K

Cuando tienes todo preparado para un viaje, va y tu hermana te llama y te dice, 2 días antes del viaje:

-Mino, que no voy a poder sacar a Puck ni llevármelo porque tengo que ir a la pelu, a recoger a una amiga y luego un supercumple que te cagas, uyyyy y un montón de cositas más... Ahí te quedas, tú y tu fiera.

Este notición me dejó al borde del abismo, como si un tren de alta velocidad, a ver si llega de una vez por todas a Barna, me hubiese arrollado. Qué hacer, cómo volar hacia el che poeta... y ahí de nuevo ví cómo puedes creer en los demás (poner a estas palabras música ñoña de fondo... o simplemente la de “Lo que el viento se llevó), la gata desde su terrario con su capa de superheroína sin atisbo de duda se lanzó a mi rescate, MJ a través de sus poderosos ojos verdes (los más bonitos que se han visto en el planeta Tierra) dijo que el problema de la bestia se solucionaba, y por fin, mi Santi amoroso querido tomó las riendas del asunto y lo solucionó... lo que podría haberse convertido en una tragedia romana nefasta por la pijería de otro lince devino en salvación gracias a la creación de una nueva patrulla, la PATRULLA K (libertarios, amicales, leales y amados por K). La lagrimilla que cayó en mi mejilla derecha al escuchar las malas noticias antes descritas, provocó dos horas después una tormenta veraniega que aproveché para humedecer mi piel, ya que las piscinas están cerradas, me bajé tres paradas antes y pasee por la Gran vía, mientras la gente corría despavorida ante semejante catástrofe atmosférica, con cigarro mojado en la mano, chorreando el pelo, el rimel corrido, y una felicidad divina, esa tormenta era mía, y como tal tenía que recibirla con serenidad imperturbable... La ciudad era el cómic de la PATRULLA K. Para aliviar tensiones familiares acepté una invitación a una cena de postín. Lo mejor del postín es que aunque no me sienta en mi ambiente al final lo hago mío. Incredulidad al comprobar que el encargado y socio del magnifico restaurante era conocido mío, la perra negra de la familia, es decir yo, que no voy a llegar a ningún sitio, que siempre llevo unas pintas de tirada, que soy una vergüenza de desaliño hippy (si supiesen lo que esto significa...) consiguió que nos invitaran, sin quererlo, como en las películas americanas cuando te ofrecen algo de beber en un bar de parte del caballero de enfrente de la barra, a una botella de Moët&Chandon (Andromaca, tú también lo adoras). Mi hermana incrédula, como la pequeña perra negra podía tener esos contactos. Yo también, pero es que odio el Champagne, por muy francés que sea... Mi triunfo nocturno ante “la family” terminó cuando al ofrecerme dinero para un taxi, yo con toda la dignidad que me caracteriza saqué mi abono transportes (bendito seas tú) y dije: No necesito NADA. El día terminó con dos lavadoras puestas a las 2 de la madrugada... un momento, no, no, terminó en mi cama con el Che después de haber hablado 43 perfectos minutos vodafone con él. Me encanta dormir contigo.