Una lavadora gris en 65 minutos

Creía que después de tener años y años de experiencia poniendo lavadoras no me iba a pasar algo así. Hoy he puesto 2, la primera perfecta, pero la segunda en la que he metido un pañuelo bereber negro me ha destrozado todo. Ahora tengo, 3 conjuntos de ropa interior grises, una camisa lindísima gris, una toalla (la que utilizaste Che) gris, mi camiseta de tirantes blanca favorita, gris... y el único problema que veo a todo esto es que el color gris es el que menos me gusta de todos los pantones. No es que sea como el protagonista de “Tu vida en 65’”, no, no me quedo mirando durante horas como da vueltas la lavadora, aunque alguna vez sí lo he hecho, pero hoy he tenido una afinidad especial con él. Esa película me encantó, más que eso, me sentí reflejada en muchísimas cosas con todos ellos, el problema,y eso lo pensé después, es que tengo diez años más. La concepción del amor como el sumum, cuando llega a serlo, ser correspondido con la misma intensidad y pensar que nada merece la pena más que ello es una sensación que te ocurre poquísimas veces en la vida. Yo lo sentí justo cuando tenía la edad de los de 65’, duró 4 intensísimos años de convivencia que no cambiaría por todas las primitivas de las semanas, perfectos, y el problema quizás radicase ahí, el listón estaba más alto que cuando Sergey Burka (creo que se llamaba así y no tiene nada que ver con Sir Gay) saltó los 6,’5 m y se convirtió en el record man mundial de salto de pértiga, así que desde entonces, han transcurrido ya 5 años, mi vida ha sido buscar una perfección similar, ha pasado mucha gente (algún día los contaré y hablaré de ellos), aunque tampoco penséis que soy una matahari cañí, y ahora, día 16 de septiembre de 2006 (cumple de Ángel, felicidades mi love precioso, cómo te quiero), me siento SUPERILUSIONADA, no hay nada que me guste más que sentirme así, ni las cuentas atrás, bueno sí, las cuentas atrás contigo y mi ilusión. Tampoco quiero parecer una persona limitada al amor, no lo soy, ayer fui muy feliz, después de una conversación nocturna con la gata en la que se estableció una nueva estrategia de actuación a partir del fin de semana de primeros de octubre, otra con el Che haciendo pizzas para millones de amigos imaginarios, tuve un momento mágico de apagón en la ciudad, en una terracita por Opera, sí era en la Unión, con ZZ paf, Santigatita, Chiqui (alias Madre Coraje) y Japo Sin Mangas, descubrimos lo hermoso que es comunicarse sin luz, quisimos volver al XIX, ser románticos, vivir por y para el amor, y disfrutar de la vida sin ningún tipo de tecnología... y lo digo yo, bombainsulinodependiente. Tengo el disco azul de Weezer, el mejor. Me levanto y pego botes con Puck, sin demasiado sentido del ritmo, y un winston.