Donosti...sí

La azafata volvió.

Ha sido un viaje interprovincial en el Air Nostrum preferente, porque la chica tiene clase. No se sabe por qué pero las azafatas tienen éxito y nada más aterrizar en Donostia un Audi deportivo negro la esperaba. No sólo eso, también un portátil Sony VAIO y una cámara digital iguales que los que aparecen en Casino Royal y un misterioso hombre enfundado en un Ermenegildo Zegna que le sentaba como la funda de cuero de una magnum . Pero aquí su única misión era disfrutar y gozar como Zara o Sada la protagonista del Imperio de los sentidos. El pañuelo ondeaba ante el perrito florido del Guggenheim. La hija de Arzak, Elena, les invitó a sus fogones mientras les deleitaba con unas cocochas envueltas en un manto de satisfacción. Porque el placer residía entre las piernas de la azafata.
Joseba, el aparcacoches, deslizó el descapotable entre dos felinos, jaguars en celo. El mar fue testigo de los gemidos de Josefina la azafata mientras el parking era un imán de chochitos, y ella gritaba ÁTAME como una yonki Abril ante los ojos lascivos de Máximo Rabal. Joseba sólo pensaba en alinear los vehículos, era el mejor profesional vocacional de toda la historia donostiarra. Sus noches libre las empleaba en quemar cajeros para desquitarse de los lujos de la burguesía azafatense mientras la oía correrse con un sinfin de orgasmos múltiples.
Los días de lujuria sexual gastronómica sin ningún cocinero ni su mujer ni amante que se precie desencadenaron en un festín de Babette ardiente. José Velez le tarareó “Cara de Gitana”, la azafata una morenaza con ojos profundos que sólo quería disfrutar cayó rendida ante su glamour isleño y le juró amor eterno mientras volvía su mirada caliente al son de una cumbia uruguaya.

Josefina y José, con el beneplácito de Joseba el celoso infiel, sellaron su pasión con un broche de oro. Los grandes éxitos de Ángela Carrasco y Camilo Sesto. .

Os deseamos un feliz vuelo.
Que el Ada siga la estela de vuestro vertiginoso love cool de Estambul.