De lo digital a lo analógico, ciao Dickens

Qué difícil decisión.

En realidad ya lo he decidido, porque nunca me cuesta tomar decisiones de la índole que sean, pero ÉSTA es una marcha atrás tras depositar hace tres años unas esperanzas tan enormes como las de Dickens.

La ventaja de mi vida es que soy optimista y feliz por naturaleza, los momentos de bajón los dejo para épocas concretas y cada cierto tiempo y todo seguido, durante unos meses por ejemplo y luego todo vuelve a la normalidad, como un largo y cálido verano sin ataques pirómanos. El día a día no me deprime, pero cuando te joden cuatro veces seguidas en cuatro meses, y ves que eres impotente ante lo que te está sucediendo, te entra la angustia y desesperación.

Volviendo a mi Gran Ilusión, no la de Renoir , la suya era aún más linda y menos individual que la mía, decir que se forjó con tecnología de la NASA, que yo fui una de las primeras afortunadas que consiguió el premio de su gratuidad en Madrid y que, aunque entrañase algún que otro fastidio (tipo indumentaria siempre con bolsillos, parches similares a los de la nicotina aunque con una aguja perforada o sentirte como una prisionera a lo Clooney en O Brother incluso mientras duermes), pero para qué pensar en los inconvenientes, no lo hice, sólo aposté por otro tipo de vida, además, durante estos tres años con “LA PEQUEÑA (no miss sunshine)” tuve un aliado indispensable, y que pocos tienen la suerte de tener paraa saber si un tío merecía la pena o no sólo con la primera noche. Si se reía, o ponía cara de extrañeza o reparo, no pasaba a una segunda, menos mal que fueron los menos, y mi maravillosa personalidad, unido a mi físico gracioso, lograron que los mojigatos tecnológicos se quedasen sin repetir tan selectos momentos de placer indescriptible.

Así que ahora, y en tres días decidiré si me desprendo de ella, vale, que sí que lo voy a hacer, será el próximo jueves, volveré a la era analógica con la que he estado 25 años , y es que hay algunas cosas, al igual que los libros que persistirán después de que lleguemos a una época en la que existan los Blade Runners.

Día triste sin que yo lo quiera, ni pueda evitarlo.

Mañana será otro día, Verdad Scarlett.