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El tratamiento del Dr Voice

John volvió a casa, la jornada había sido tan larga como siempre y, más dura de lo habitual, en la tienda donde trabajaba había tenido problemas con la recepción de los nuevos terminales de teléfono, eran el modelo más solicitado desde el descubrimiento del Dr Voice y no podía dar salida a tantas peticiones. Sólo quería llegar a casa, descansar y no pensar, esperaba que Nash no tuviera un humor de perros, y pudieran conversar sin levantar el tono, como sucedía cada vez más a menudo. Llevaban 10 años juntos, habían compartido momentos muy especiales, pero los últimos seis meses, a raíz del tratamiento, habían sido una auténtica pesadilla envuelta siempre en miles de reproches.
John giró la llave, entró. Nash le esperaba, como siempre, detrás de la puerta:
-¿Qué horas son éstas de volver? ¿Te parece normal que esté todo el día solo?- le recriminó a voces el antes cariñoso Nash-
-Lo siento, he tenido muchos problemas en la tienda, además, aún no te he conseguido tu nueva terminal adaptada. Creo que por fin llegará mañana. Por favor, ten paciencia, pronto podrás comunicarte con quien quieras aunque yo no esté aquí. Te lo suplico. Dame un día más.
Sin mediar más palabras, Nash se abalanzó sobre John, le derribó sobre la moqueta de la entrada y, después de varios golpes en las costillas, de un mordisco le arrancó media oreja izquierda.
-Para que te enteres John, esto no es un juego. Necesito hablar con mis colegas… qué te parecería a ti si te quitase el móvil y te aislase durante todo el día eh? Te gustaría ¿? Pues eso es lo que yo siento, y cada día que pasa me pongo más histérico. Lo del mordisco ha sido sólo un aviso, … ehhhhhh… qué pasa…. Ahora lloras…. Serás estúpido…. Con lo que yo he tenido que aguantar de ti… cabrón de mierda….
John se arrastró hacia su habitación dejando un reguero de sangre mientras escuchaba a lo lejos los improperios desaforados de Nash. Cerró el pestillo, le temblaba todo el cuerpo, gemía de dolor… intentaba buscar una explicación, pensar en un pasado feliz… ¿Cómo había podido ser tan estúpido, tan ingenuo… ? la desgracia que estaba viviendo empezó el día en que le empezó a dar, con toda su ilusión, a Nash las píldoras del Dr Voice… sólo le faltaba hablar, era su mejor amigo, cuando lo cogió de la perrera tenía sólo unos meses, era sólo un dulce cachorrito, vivieron tantas anécdotas juntos… ya no queda nada, él fue de los primeros en probar el tratamiento, le quería tanto… después vinieron los inventos, los nuevos nichos de mercado que se abrían con el descubrimiento, las exigencias de las voces de todos los perros del mundo, su rencor hacia sus amos…
John cierra los ojos, no puede aguantar más, las luces de neón entran en su habitación, y antes de desvanecerse cree escuchar un débil ladrido.
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