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10 cosas de una vida incompleta

¿Os habéis sentido alguna vez como que no tenéis nada completo? Que las cosas están a medias y no sabes cómo hacer para cerrarlas y terminarlas. Quizás es que no se pueda. Pero la sensación es de vacío. Hoy me siento así. Son las dos de la mañana y tres minutos y para paliar este nudo existencial y que me vuelva el sueño voy a hacer una lista chorra sobre cosas que hacen que sientas que tu vida sea incompleta. Ya sabéis, se trata de ese tipo de listado que tanto se llevan y que los medios de comunicación tanto utilizan para conseguir más visitas, objetivo que no es el mío. Si tenéis alguna que añadir,  bienvenida será: 1- No tener una casa propia. 2- No haber escrito nada bueno. 3- No tener un trabajo que te guste. 4- No sentir una vocación por nada en concreto. 5- Ir de puntillas sin hacer ruido. 6- No quejarte lo suficiente. 7- No decir lo que piensas (ésta va muy relacionada con la 6).. 8- No gritar cuando lo necesitas (ahora mismo). 9- No cumplir tus sueños, ni ...

Uruguay Querido...



Nunca pensé que tres días en Uruguay iban a dar tanto de sí, entre que está al otro lado del río, que ahora es invierno allá y el maldito jet lag era imposible que las cosas sucedieran de una forma tan increíble. Pero sí, ocurrieron. Mi Che lindo vino a buscarme, y gracias a su innata naturalidad consiguió que yo pasase mi valija sin precintar sin necesidad de untar a ningún politroncho aduanero corrupto. El trayecto hasta el Paralelo (de igual nombre que el barrio barcelonés, y yo que pensaba que en Montevideo sólo había gallegos) fue impresionante. Villaescusa, el chofer, con su sabiduría yodaica me deleitó con los más bellos cuentos porteños que jamás había escuchado, ni Benedetti podría superarlos... El nerviosismo que llevaba acumulado desde hacía más de dos semanas se desvaneció cuan vestido streeper sandía nada más escuchar de sus dulces labios la palabra “Preciosa”, con ese tono armónico que hace que vivas en un orgasmo permanente. Regalitos con dedicatorias más lindas que la propia prosa, cena en que se incorporó Coloreada Chu, niña mágica de ojos azules preciosamente vivos, con la que conecté desde el momento en que abrí el freezer. Sí, puede haber muchísimos kilómetros de diferencia, culturas, ambientes, vidas alejadas, pero ver una nevera con los productos idénticos a los que tienes en la tuya es sencillamente hacerte sentir como en casa. Cena italiana sin ñoquis pero con calefacción, no olvidemos las temperaturas gélidas de esas latitudes. El trío se convirtió en cuarteto cuando apareció en la escena budista Cho, sin quererlo habíamos conseguido estar en un mismo lugar, ajenos a todos, Che, Chi, Cho, Chu, sólo nos faltaba Cha, que había elegido justo ese día para recorrer México en busca de secuaces del Subcomandante que le diesen un poco de amor. En ese momento ya me sentía uruguaya. Bailes regionales, música ochentera globalizada, Félix el alemán errante, y pasión sudada por esos lares. El pañuelo del mundo hizo que Alex el inglés estuviera por esas tierras, abrazos de amistad, dolores de espalda, mochilas pesadas, viajes cibernauticos con la alocada pelirroja enamorada de los profesores con gafas y noche almodovariana con tintes calvos y de camisa planchada (que no la cantante calva, obra absurda maravillosa donde las haya) para perder la cabeza por una cocacola normal que el Che me dio de sus labios... La parrillada uruguaya no tiene nada, pero absolutamente nada que envidiar a la argentina, a veces más vale caer en gracia que ser gracioso, y es lo que le ocurre a las vaquitas montevideanas, no se les reconoce el mérito de estar deliciosas. Restaurante típico, lo hicieron para que conociese algo más de la idiosincrasia gastronómica uruguaya, Cho volvió a fumar gracias a mí, pagó la cena por ello, aunque seguro que en 30 días vendrá para acá para canjear la otra apuesta joanesca. La vida sin apuestas es aburrida.
He tenido el mejor abrazo de la última década prodigiosa, fue ayer mañana, después de gritar un ratito largo, intenso, y desacorde, surgió. Así como quién no se lo espera, porque la espontaneidad es tan acojonante como el azar. Aparecen sin más y siempre te sorprenden.
Uruguay querido, pulsera amarilla lila, clercks sin silencios, chicho el torito manso, despedidas aeroportuarias sin Villaescusa ya.
Sigo con mi jet lag, ha sido un jet lag de 3 días. Creo que me durará muchísimo más.
Gracias uruguayos.
Gracias “Ch”s.
Gracias a ZZ paf y Santigatita por cuidar de pucky y de mí. FELIZ CUMPLE ZZ, ya eres uno de los míos. Por fin.

Andrómaca, sal y corre ya.
Gracias Che. Me haces feliz.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Mujer Loba eres genial, he dormido con la camiseta amarilla NO Diesel y ha sido revelador, he visto un mundo nuevo... El Red Bull Light y tus ceniceros han organizado una fiesta en mi habitación esta noche, han invitado a tu Cosmo, tus anacardos, tu margarita, tus chupachups y los muy cabrones no me dejaban dormir... es tu culpa... Besos sin amnistía.
Anónimo ha dicho que…
¿Y no me invitásteis a la fiesta? Qué pena, penita, pena...
Anónimo ha dicho que…
En realidad mereces pulseras de todos los colores... pero no te cabrían en los brazos... Quizá Puck pudiera ayudarte... no sé... lo pensaré...

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