La Nuri

A Federico le gusta mirar al buzón por si alguien le escribe y hacía años que no sentía la sensación del puño y letra.

A mí también, desde los ocho años estoy escribiendo cartas y postales, primero a los amigos que iba dejando en otras ciudades, me acuerdo de mi amiga Nùria Gaxas de Premià de Mar fue mi muy mejor amiga mientras vivía allí y cuando me vine a Madrid con 13 años estuve recibiendo cartas suyas dos veces por semana mínimo en las que me contaba que no había dejado a nadie sentarse a su lado en el pupitre porque seguía estando con ella... así seguí durante años, hasta que con la facultad dejamos de recibir correspondencia, pero yo seguía mirando al buzón y estoy segura que ella también, aunque seguro que los vaivenes estudiantiles nos hicieron perezosas en esas lides tan románticamente amicales. Hace seis años volví a Premià, busqué el bar donde trabajaban sus padres, no me acordaba de la dirección, por fin la hallé y ante una alegría desbordante su madre me anunció que mi Nuri se había enamorado de un granadino, que había dejado su plaza de funcionaria en la Generalitat como profesora de ciencias y que se había ido a las Alpujjarras a cultivar tomates y esas cositas que tiene la vida campestre. No me sorprendío nada, me alegré infinitamente sabiendo que la pasión era lo que movía a mi muy mejor, me dieron la dirección del pueblecito donde vivía... y siguendo mi estela perdularia, en el viaje de vuelta me robaron mi cartera y con ella la dirección... La próxima vez que vaya a Barna, que será pronto por mi Che y mi Cha, volveré a buscarla, y esta vez le escribiré una carta muy larga que relate mis últimos 15 años.

Después fui yo la que me marché y dejé a mis amigos aquí, ahi fue dónde, por encima de todo sobreviví gracias a las postales diarias que recibía de mi Cha y con las que empapelé mi apartamento de Nancy y los emails diarios de Rubén, ni un sólo día sin mis amores, y todo eso unido a mi agitada vida social de la época, que era bastante arrolladora... En Marrakech igual y con la ilusión de recibir de vez en cuando un paquetito con jamón ibérico que saltaba cualquier tipo de censura, qué momentos.

Mis buzones siempre esperan, igual que yo. Desde que vivo en la calle de la Fresa, no hace mucho y que muy pronto abandonaré, por fin, sólo he recibido 6 postales.

Hoy he venido a sacar a mi Pucky a mediodía entre las carreras estresantes de siempre, y de pronto, haciendo lo de todos los días, para encontrarme facturas, miro al buzón y tenía una sorpresa, un paquete acolchado...